viernes, 9 de marzo de 2007


En el curso 2004-2005, en el Colegio Público San Juan de Torremayor (Badajoz), comenzamos una experiencia en el área de artística que se ha desarrollado a lo largo de dos años.
En la clase de música habíamos trabajado esporádicamente la dramatización y la creación teatral, siempre con técnicas convencionales y textos escolares cuyo fin último era la representación en la escuela el día de Navidad o de fin de curso.
Por una pasión personal y por el convencimiento de que se trataba de una herramienta didáctica muy útil decidí comenzar con los alumnos de 5º de primaria , desde la clase de música, un acercamiento al lenguaje de los títeres y a los recursos escénicos derivados de ellos y que utilizaban la luz como elemento fundamental de su desarrollo.
La información de la que yo disponía, lejos de provenir de fuentes estrictamente educativas, había sido extraída de mi experiencia como espectador en diversos festivales de títeres a los que había asistido y en los que siempre había experimentado una fascinación que me había hecho pensar
en la necesidad de incorporar estas experiencias a la escuela y a mi clase de música.
A partir de aquí (del deseo mas que del conocimiento), comencé una incansable búsqueda por libros, artículos, paginas web, etc. hasta dar con la información suficiente que me permitiese iniciar un recorrido por las distintas disciplinas expresivas y dramáticas antes mencionadas. La experiencia comenzó a fluir lentamente, con dificultades, pero sobradamente compensadas con la satisfacción que produce la expresión artística.
Y es que arte en la plena extensión de la palabra es lo que surge cuando el pensamiento y los recursos materiales se unen para alcanzar significados y comunicación, ya sean en las grandes salas de teatro, donde las compañías profesionales desarrollan sus actividades o en las aulas de las escuelas, en las que la imaginación y la magia en su estado más puro y primario sirven al crecimiento personal de los alumnos.
El trabajo con títeres y sombras chinescas está íntimamente ligado al trabajo corporal, musical, plástico y literario en primera instancia. Con una mirada más profunda, se puede encontrar un vínculo entre el trabajo de experimentación con títeres y las variadas áreas del quehacer educativo, a las que es posible acercarse buscando la forma en que la multidisciplina se vuelva posible.
La escuela se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de las sociedades desarrolladas. Esta importancia se sustenta en el papel de agente socializador y en las funciones que cumple para la sociedad, y que resultan
imprescindibles para lograr el progreso social e individual en un mundo que crece en complejidad. La escuela, aunque hablemos de los niveles inferiores transmite conocimientos, valores y actitudes necesarios para la vida en común, abarcando los ámbitos político, económico y social.
Estos contenidos, valores y actitudes se incorporan al bagaje del individuo a lo largo de los años de escolarización a través del currículo (áreas de conocimiento del medio, lengua, matemáticas, etc.) y la vida escolar. Habría que matizar que no solamente a través de la escuela, ya que existen otros agentes de socialización que transmiten estos contenidos (los medios de comunicación, la familia…), pero es innegable el influjo que ejerce la escuela.
El taller de dramatización como instrumento para una formación integral de la persona supera muchos de los límites actuales de los métodos de enseñanza.
Todos los alumnos y alumnas que forman parte del grupo de clase son diferentes. Esta diferencia personal es fruto de las propias experiencias así como del contexto sociocultural en el que el alumno/a se desenvuelve.
Es primordial el respeto a la diversidad. Tal respeto implica, además, interacción, intercambio y apertura a la solidaridad. El profesor/a debe dar respuesta adecuada a las distintas necesidades, intereses y capacidades de los alumnos/as, favoreciendo la igualdad de oportunidades. Así mismo debe procurar conseguir el nivel más alto posible de crecimiento personal de cada uno de los alumnos y alumnas, poniendo especial atención en la reafirmación de los menos capacitados, los más discriminados y los más necesitados. De esta manera el alumno/a podrá vivir el éxito, mejorar su autoestima, eliminar las dificultades en sus relaciones sociales y aumentar sus aprendizajes.
La experiencia dramática del Teatro de la Luz ha sido una herramienta muy válida para promover la participación de todo el grupo independientemente del origen cultural de cada individuo, de su situación socioeconómica o de su etnia y ahí radica en gran parte su valor.


Antonio Sánchez Rodríguez
Maestro de Educación Musical en los CEIPs
“Maria Josefa Rubio” de Esparragalejo y
“San Juan” de Torremayor (Badajoz)

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